El priorato de San Frutos, hoy conocido como ermita de San Frutos (1), son los restos de un antiguo convento monástico que se sitúa sobre uno de los meandros que forman las hoces del río Duratón.
San Frutos, patrón de Segovia, nació en el año 642 y fue un ilustre personaje que, encandilado por la belleza del entonces llamado “Desierto del Duratón”, se retiró a este lugar en compañía de sus hermanos Valentín y Engracia, para dedicarse plenamente a la oración.
En la actualidad se puede ver la ermita rodeada de los restos del antiguo priorato; entre ellos y junto al ábside de la misma se encuentra una necrópolis visigoda.
El acceso a este conjunto se realiza a través de un puente de piedra del siglo XVIII que salva una grieta conocida con el nombre de “la Cuchillada” que hace referencia a uno de los milagros de San Frutos.
Alrededor de la ermita de San Frutos podremos observar la vegetación que caracteriza a la paramera. En este ecosistema predominan especies vegetales adaptadas a las condiciones extremas de este lugar: inviernos muy fríos y veranos secos y calurosos. Entre las especies que podremos divisar se encuentran la sabina albar (Juniperus thurifera L.), el enebro de la miera (Juniperus oxycedrus L.), y diversos tipos de plantas aromáticas.
En el recorrido hacia la Ermita de San Frutos se encuentra habilitado un mirador sobre el río Duratón desde el cual se divisa el embalse de Burgomillodo que marca uno de los límites del Parque Natural.
Desde este lugar el visitante puede apreciar el resultado de la acción erosiva del río Duratón durante millones de años, fruto de la cual se abre ante nuestros ojos un paisaje espectacular en el que el cañón nos ofrece sus vistas más majestuosas.
Desde él se pueden divisar los meandros más pronunciados del río, sobre el que se elevan los impresionantes cortados rocosos que hacen de este paisaje un sitio único.