Partiendo de Valdevacas de Montejo, desde la calle la Fuente, nos dirigimos hacia el camino del Convento de Casuar. Tras recorrer 650 metros desde el casco urbano de la localidad, encontramos a nuestra derecha el aparcamiento para vehículos. A partir de este punto, accedemos al inicio de la senda tomando el segundo camino que aparece a nuestra derecha, atendiendo a la señalización existente.
A ambos lados, podemos observar tierras de labranza, principalmente destinadas a cultivos de cereales. Continúa nuestro camino cruzando una pequeña vaguada por donde transcurre un arroyo. En sus bordes, chopos (Populus nigra L.), junto con sauces (Salix neotricha), juncos (Scirpus holoschoenus L.) y rosales silvestres (Rosa canina L.) nos muestran la trayectoria que sigue el agua.
Continuando por la senda, observamos restos de pequeños muros de piedra, que delimitan parcelas que en otro tiempo fueron destinadas a cultivos agrícolas. Aparecen también las primeras sabinas, que poco a poco irán formando un bosque más denso. Ascendiendo por el camino, encontramos un cruce donde seguiremos, sin abandonar el camino principal, hacia adelante.
Continuamos el ascenso, y nos encontramos con otro de los árboles característico de estos parajes, la encina (Quercus rotundifolia). Su fruto, la bellota, es una gran fuente de alimento para la fauna y su porte ofrece cobijo a una gran diversidad de especies como jabalíes, corzos, palomas y conejos.
Siguiendo el camino, encontramos unos paneles interpretativos donde podemos hacer una parada. En ellos tenemos información sobre dos temas intrínsecamente relacionados con la actividad ganadera de esta zona, las vías pecuarias y las tenadas, construcciones que dan nombre a esta senda. Estos sencillos edificios fueron construidos por pastores, y eran utilizadas para cobijar el ganado, principalmente ovino, y resguardarlo de las inclemencias climatológicas. Algunos de estos corrales de campo aún siguen siendo utilizados en nuestros días.
Otro punto para destacar en nuestro recorrido es conocido con el nombre de Collado de Cabeza Grande, donde podemos disfrutar del paisaje mientras descansamos desde un banco allí situado.
El fin de nuestro recorrido se aproxima, pero antes tenemos que cruzar dos pequeñas vaguadas, por lo que notaremos pequeños desniveles en la orografía. Tras esto nos espera una recta desde la que divisamos nuestro punto de partida.