Senda circular del Karst

Burgos Monumento natural Monte Santiago
Senda circular del Karst
El Monumento Natural de Monte Santiago se asienta sobre un inmenso edificio kárstico que se mantiene geológicamente activo. Esto se traduce en numerosas manifestaciones a nivel geomorfológico y del paisaje que se pueden observar a lo largo de este itinerario con punto de partida en el paraje de Fuente Santiago, en el corazón del espacio protegido.

La ruta comienza visitando la surgencia de Fuente Santiago, una dolina hundida o colapsada en la que brota un arroyo subterráneo, dando lugar al único punto de agua permanente del Monumento Natural. Este arroyo circula en superficie apenas 50 m hasta un sumidero por el que se cuela de nuevo en las entrañas del karst. Una pasarela de madera permite recorrer el fondo de la dolina, donde se han construido varios estanques con muros de piedra para retener el agua. Estos estanques constituyen puntos de cría de gran importancia para numerosas especies de anfibios, como el tritón alpino, la salamandra común o la rana bermeja.

Al otro lado de la dolina, el sendero conecta con la pista forestal del mirador del Salto del Nervión, compartida con el sendero PR-BU 45 que articula toda la red de uso público del Monumento Natural. Esta pista tiene un trazado fácil, llano y de buen firme que discurre a través del hayedo. Pasada una caseta de piedra a orillas del camino, se puede ver, al sur de la pista forestal, un afloramiento de caliza profundamente erosionado en forma de canales de traza totalmente regular y rectilínea, hasta el punto que semejan una calzada empedrada hecha por el ser humano. Esta forma de erosión de la caliza corresponde a un tipo de lapiaz que se denomina “calzada de gigante”.

Poco más adelante, la ruta deja atrás una intersección con la senda circular del Bosque (PRC-BU 43) antes de alcanzar el enclave de la Lobera de Santiago, donde se conserva la estructura de una ancestral trampa para la caza del lobo, formada por empalizadas y muros que confluían en un pozo. Un conjunto de grandes figuras recrea la escena de una batida con los mozos acosando al lobo.

Pasada la lobera, la pista abandona la protección del bosque y sale a un descampado que se ve interrumpido bruscamente por los vertiginosos acantilados de sierra Salvada, que ponen al descubierto la estructura geológica del sustrato de Monte Santiago, formada por una sucesión de estratos sedimentarios de caliza. El camino conduce finalmente a un balcón colgado desde el que se sobrevuela el cañón de Délika con la misma perspectiva que tienen los buitres que pasan planeando frente al mirador. Numerosas surgencias brotan de las paredes que cierran el cañón dando nacimiento al río Nervión, aunque es en periodos de lluvias intensas, o después de fuertes tormentas, cuando este espectáculo alcanza su máximo esplendor, con saltos de agua que se precipitan al abismo con violencia y se deshilachaban en nubes de vapor por efecto del viento.

Desde el mirador del Salto del Nervión, la ruta prosigue por una senda estrecha, compartida con el PRC-BU 42 (senda de los Miradores), que discurre siempre pegada a los acantilados y va descubriendo sucesivos rincones tan fotogénicos como vertiginosos. En este trayecto, se alcanza enseguida una segunda zona de la lobera, conocida como Foso Nuevo. Justo en este punto se encuentra una intersección, donde nuestro sendero se desvía al oeste hacia las entrañas del bosque. Por el contrario, el PRC-BU 42 prosigue por el borde del acantilado hacia el lugar de Esquina Rubén.
Adentrándose en el hayedo, se atraviesa una zona de suelo irregular, con abundante afloramiento de caliza y gran presencia de la roca en superficie. En este trayecto, la senda pasa al lado de la boca de la cueva de Las Paúles, que se abre al fondo de una pequeña dolina. Poco más adelante, se alcanza un claro donde nuestro trazado se encuentra con la senda del Bosque (PRC-BU 43). Ambas rutas continúan por veredas independientes atravesando zonas despejadas del bosque en dirección a Fuente Santiago.

Llegando ya a su destino final, la senda del Karst pasa al lado de las sugerentes ruinas de la iglesia de Santiago de Langrériz, testigo de un asentamiento monacal de tiempos medievales que siguió siendo utilizada como ermita para una romería popular hasta el siglo XVII antes de ser definitivamente abandonada.