LOS CANALES DE DULLA: una complicada red fluvial recoge las aguas de lluvia y del deshielo de este amplio territorio. Los arroyos salvan las dificultades del terreno en su camino hacia Quintanilla Valdebodres. Con el paso de los siglos han erosionado este espacio, conformando un laberinto de profundos barrancos que se conoce como los Canales de Dulla.
EL CARBONEO: aunque aún pervive en algunos lugares, esta actividad transformó nuestros bosques. Consistía en la obtención de carbón vegetal a partir de la combustión de madera de encina, roble, quejigo o haya. Las ramas y troncos se acumulaban en un montón y se cubrían con barro y piedras. Tras varios días ardiendo, se formaba el carbón vegetal. En el recorrido podremos observar la recreación de una carbonera.
QUINTANILLA VALDEBODRES: las aguas del Pozo del Infierno, una surgencia kárstica emplazada en el centro del núcleo, hacía funcionar un viejo molino antes de sumarse al arroyo de la Mata. Quintanilla Valdebodres es uno de esos pueblos que ha sabido conservar sus construcciones tradicionales, que presentan los rasgos básicos del modelo de casa montañesa.
El recorrido, que une los núcleos de Villamartín y Quintanilla Valdebodres, nos adentra en un sorprendente espacio originado por la continua erosión del terreno: un complejo sistema de barrancos conocido como los Canales de Dulla.