El buitre negro mantiene su tendencia positiva en Castilla y León con el aumento del número de parejas y su área de ocupación
Los resultados del censo de la población de buitre negro en Castilla y León en 2023 confirman la tendencia positiva registrada en las últimas dos décadas y que en este último año supone un incremento del 5 %. El seguimiento realizado por los agentes medioambientales y celadores de medio ambiente abarca cada año toda su población en la Comunidad, lo que permite conocer la evolución de una de las especies más emblemáticas de Castilla y León. En 2023 se ha vuelto a registrar el máximo histórico, con la detección de 694 parejas.
La Junta de Castilla y León ha publicado recientemente en su web los resultados del censo de buitre negro realizado en 2023 gracias al trabajo de sus técnicos, agentes medioambientales y celadores de medio ambiente. Además, en Segovia ha participado personal del Centro Montes y Aserraderos de Valsaín, del Organismo Autónomo Parques Nacionales. La planificación y organización regional del censo ha sido asumida por el Servicio de Espacios Naturales, Flora y Fauna de la Dirección General de Patrimonio Natural y Política Forestal con el apoyo de personal técnico de la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León.
Como está contemplado en el Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en Castilla y León, cada año se visitan todas las colonias de la Comunidad que se distribuyen por las sierras de Gredos y Ávila, Guadarrama, Gata y Francia, y La Demanda en las provincias de Ávila, Segovia, Salamanca y Burgos, respectivamente. Durante el periodo reproductor de 2023 se revisaron 963 nidos históricos de buitre negro, lo que pone de manifiesto el esfuerzo de muestreo realizado por medios propios de la Junta de Castilla y León. El periodo de cría del buitre negro se extiende más de seis meses y ya desde el mes de febrero los agentes medioambientales y los celadores de medio ambiente comienzan las visitas a las colonias de reproducción donde contabilizan uno a uno los nidos ocupados por parejas de buitre negro. Durante toda la primavera se realizan visitas periódicas para comprobar la evolución de la reproducción y entrado el verano se confirma si han criado con éxito.
El informe publicado muestra de forma detallada los resultados del censo de 2023 y la evolución en cada uno de los núcleos de población. La población censada fue de 694 parejas repartidas en 7 núcleos de población, entre los que destacan el macizo oriental de Gredos, con 231 parejas, y la sierra de Guadarrama, con 205. Por provincias, Ávila sigue albergando la mayor población de buitre negro en la Comunidad con 323 parejas, seguida de Segovia, con 204, Salamanca, con 145, y Burgos, con 22 parejas. Los valores de productividad alcanzaron el máximo histórico esta temporada con un valor de 0,69 pollos por pareja, lo que supone que la cifra de pollos criados con éxito fue de 466 jóvenes, que se traduce en un fuerte incremento con respecto a 2022, cuando volaron 400 pollos.
El rápido crecimiento de la población ha sido muy llamativo para una especie como el buitre negro, que se caracteriza por tener tasas de reproducción reducidas, limitadas por el hecho de criar un solo pollo cada año y porque comienzan a criar a los 5 o 6 años de edad. La serie histórica muestra este incremento exponencial de la especie al pasar de 231 parejas en el año 2000, 287 parejas en 2006, 495 en 2018, 585 en 2020 y 694 en 2023, lo que supone que la población se ha triplicado en ese periodo. Este aumento también ha tenido un reflejo en la distribución, al aumentar desde las 18 cuadrículas UTM 10x10 km en el año 2000 hasta las 38 en 2023. El aumento en la distribución siempre es de menor magnitud que el de la población, dada la alta fidelidad a las áreas de cría, lo que significa que las nuevas parejas se asienten cerca de las zonas de nacimiento. Una excepción a esto último ha sido la colonización de Arribes del Duero, una zona muy alejada de los núcleos de población existentes, donde desde hace una década se han instalado varias parejas en la orilla portuguesa del Duero. Por otra parte, la población burgalesa es el resultado de un proyecto de reintroducción llevado a cabo en la sierra de la Demanda por la organización GREFA, en el municipio burgalés de Huerta de Arriba. En esta zona burgalesa se han realizado sueltas de ejemplares desde 2017 con el objetivo de recuperar una población que parece que desapareció a principios del siglo XX, lo que ha permitido el asentamiento de ejemplares reproductores. En 2023 se han detectado 22 parejas y también se ha constatado la expansión de la especie con el asentamiento de nuevas parejas aisladas con respecto a la colonia principal.
Las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) siguen siendo claves para esta especie donde el 89 % de las parejas detectadas se encuentran dentro de alguno de estos espacios protegidos.
La selección de los árboles para construir sus nidos suele estar relacionada con la presencia de ejemplares de gran porte. En ese sentido, las distintas especies de pino, principalmente el pino resinero y el pino silvestre, son las más utilizadas, con un 81,3 % de las plataformas, pero también se utilizan encinas (14,1 %) y otras especies, como enebros, sabinas o alcornoques.
En España la especie está incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas con la categoría de ‘vulnerable’ y en la normativa europea se encuentra incluida en el Anexo I de la Directiva Aves, donde se establece la necesidad de adoptar medidas específicas para la protección de la especie y sus hábitats. El seguimiento de las poblaciones permite valorar la evolución de la especie, en la actualidad con una tendencia positiva. Sin embargo, la persistencia de ciertas presiones puede revertirla; es por ello que la conservación del buitre negro depende además del desarrollo de medidas de conservación activa. Las principales presiones son aquellas que provocan mortalidad no natural consecuencia de electrocuciones en tendidos eléctricos o intoxicaciones. Para ello, algunas de las principales medidas de gestión desarrolladas por la Junta de Castilla y León, que deben seguir siendo aplicadas, son la corrección de tendidos peligrosos para disminuir la mortalidad no natural provocada por infraestructuras eléctricas o la aplicación del Plan de acción para la erradicación del uso ilegal de cebos envenenados en el medio natural que evite las intoxicaciones.
Así mismo, para mejorar la alimentación de todas las aves de hábitos necrófagos, desde la Junta se impulsa el desarrollo de Zonas de Protección para la Alimentación de Especies Necrófagas de Interés Comunitario (ZPAEN), que permiten el abandono de cadáveres de animales en el campo bajo ciertas condiciones y el uso de muladares. Por otra parte, desde hace más de dos décadas, los montes de la Comunidad en los que está presente el buitre negro se gestionan teniendo en cuenta criterios de conservación de esta y otras especies forestales como el águila imperial. La evolución positiva de estas especies se debe, entre otros factores, a la aplicación de prácticas de gestión forestal sostenible y a la existencia de instrumentos de planificación y ordenación forestal en los montes públicos y privados, cuyo fin es la conservación y mejora de las masas forestales, así como la protección de la biodiversidad existente en ellos. Desde la Junta de Castilla y León se ha fomentado la aplicación de criterios de gestión compatibles con las especies forestales, elaborando un manual que define los criterios de gestión de las masas forestales de la Comunidad y cuyo objetivo es compatibilizar la gestión y el aprovechamiento forestal con la conservación de las especies. También se ha fomentado la aprobación de instrumentos de ordenación forestal y su certificación forestal, bajo los sellos PEFC y FSC.