En lo alto de la Sierra de Ayllón, a 1.440 metros de altitud, el Mirador de Peñas Llanas se alza como un espacio donde la arquitectura y la naturaleza se funden en perfecta armonía. Desde su pasarela suspendida entre robles melojos, el visitante flota sobre el bosque mientras el aire huele a jara y orégano y los rayos del sol se filtran entre las ramas.
El recorrido hasta el mirador es ya una experiencia: una pasarela elevada de acero galvanizado que serpentea entre los árboles sin alterar el entorno, permitiendo observar la vida del bosque desde la altura de las copas. Poco a poco, el camino se abre a un horizonte inmenso: un mar de rocas graníticas formadas hace más de 400 millones de años, sobrevoladas por milanos, gavilanes y águilas.
La pasarela conduce hasta una plataforma metálica con un voladizo de diez metros, suspendida sobre el vacío. Desde allí, el paisaje se extiende más allá de la vista: Riaza a los pies, los refugios de aves en Montejo de la Vega, las montañas de Soria y Guadalajara, el puerto de Somosierra y, en días muy claros, la silueta lejana del Moncayo.
La estructura, de líneas ligeras y materiales naturales, se integra en el entorno con elegancia. Su barandilla perforada deja pasar el viento, que entona una sinfonía entre las peñas y los árboles. Sentarse en su amplio banco de madera y mirar el horizonte es dejar que el tiempo se detenga, que la mirada se pierda en la inmensidad y que el visitante sienta, por un momento, la emoción de estar suspendido entre el cielo y la tierra.
El Mirador de Peñas Llanas no es solo una obra premiada por su innovación y sostenibilidad: es una invitación a reencontrarse con la naturaleza, a escuchar el bosque, a contemplar el paisaje infinito y a dejarse llevar por la emoción del descubrimiento.
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Ruta a la Ermita de la Virgen de Hontanares
A menos de un kilómetro del Mirador de Peñas Llanas se encuentra la Ermita de la Virgen de Hontanares, uno de los lugares más emblemáticos de Riaza. El paseo entre robles melojos y pastos de montaña conduce hasta este templo del siglo XVII, rodeado de paz y con amplias praderas donde se celebran cada septiembre las tradicionales romerías. Desde la explanada de la ermita se disfruta una hermosa vista del valle y del caserío de Riaza, y el silencio del entorno invita a sentarse y contemplar el horizonte sin prisa.
Senda de los Robledos y el Hayedo de la Pedrosa
Para quienes deseen adentrarse en la naturaleza más pura de la Sierra de Ayllón, la Senda de los Robledos y el Hayedo de la Pedrosa ofrece un recorrido inolvidable. A apenas 10 km del mirador, esta ruta se adentra en uno de los hayedos más meridionales de Europa, un bosque que cambia de color con cada estación: verdes luminosos en primavera, dorados y cobrizos en otoño. El camino asciende suavemente entre hayas, robles y acebos, acompañado por el murmullo del agua y el canto de los mirlos. En los claros, se abren vistas espectaculares hacia el Pico del Lobo y los valles glaciares del norte de Segovia.
Visita al casco histórico de Riaza y a los pueblos rojos y negros
Tras la experiencia del mirador, merece la pena recorrer el casco histórico de Riaza, con su plaza porticada, sus casas de piedra rojiza y la hospitalidad de sus gentes. Desde allí parten rutas en coche o bicicleta hacia los pueblos rojos y negros de la Sierra de Ayllón —como Madriguera, El Muyo o Villacorta—, donde la arquitectura tradicional combina pizarra, cuarcita y arcilla en una armonía única. Es una excursión que une paisaje, historia y cultura rural, perfecta para completar la visita a Peñas Llanas con una inmersión en la vida serrana segoviana.


